Ellos



¿Qué es la felicidad?

La ausencia de miedo

















sábado, 31 de octubre de 2009

Amistad animal

(...) En mi infancia se me conocía por mi carácter dócil y bondadoso. Era tan llamativa la ternura de mi corazón que me convertí en el hazmerreír de mis compañeros. Sentía una particular atracción por los animales, de los que mis padres me permitieron tener en casa una amplia variedad. Con ellos pasaba casi todo el tiempo, y nunca era más feliz que cuando les daba de comer y los acariciaba. Esta peculiaridad de mi carácter creció conmigo y, ya de adulto, fue una de mis fuentes principales de placer. A quienes han cuidado con afecto a un perro fiel y sagaz apenas si necesito explicarles la naturaleza o la intensidad de la satisfacción que uno obtiene. Algo hay en el amor desinteresado y abnegado de un animal que llega directamente al corazón de quien con harta frecuencia ha comprobado la amistad mezquina y la muy frágil fidelidad de las propias personas.
El gato negro

miércoles, 28 de octubre de 2009

Reseña para la ensalada 2

Tamaño de fuente"(...) no sé dónde estaría ahora si no hubiera dado con ella. En mis planes nunca estuvo tener hijos, eso es cierto, pero una cosa siempre lleva a la otra: o tienes perro o tienes hijo; y Julia es alérgica a los perros". Así de desasidos de cualquier ilusión se muestran los personajes contenidos en el libro de 16 relatos titulado como uno de ellos, Ensalada de canónigos, de José Ramallo, que acaba de publicar Ediciones Idea. (...)

martes, 27 de octubre de 2009

El vidente hambriento


11/04/2012
Un fantasma, eso es lo que parecía, un esqueleto, un moribundo.
Cuando me hablaron de él nunca imaginé que lo encontraría en esa situación.
Sí, es cierto, me habían advertido que no pasaba por su mejor momento, que se encontraba muy delicado de salud física y quizás mental, pero algunos le seguían recordando como el mejor.
Cuando lo vi sentado en aquella cama, con una vieja y roída bata abierta, mostrando sus salientes costillas, el pecho hundido encima, la piel blanca, reseca, las rodillas dos bolas deformes y prominentes destacando en el conjunto que formaban sus escuálidas piernas, los calcetines blancos rotos por los dedos, sueltos, sin tener carne y apenas una tibia finísima donde poder sujetarse. Su rostro enjuto y amarillo, barbudo... a punto estuve de darme la vuelta y salir de aquel oscuro y fétido cuarto, pensando que sin duda me había equivocado de lugar, de persona. Pero no, no me había equivocado, aquella cosa era Basil, el vidente. (...)

viernes, 23 de octubre de 2009

Reseña para la ensalada

Nos pasamos la vida abriendo y cerrando libros en busca de milagros. Quizá nada es comparable con aquellos clásicos que leímos con diecisiete o dieciocho años. Nosotros los de entonces, como decía el poeta, ya no somos los mismos.

Con el tiempo es cada vez más difícil que algo nos sorprenda como nos sorprendió el primer libro de Kafka o de Flaubert que cayó en nuestras manos. Esa sorpresa es aún más improbable desde la cercanía. Hay muchas excepciones que nos siguen enganchando a la literatura, y cada año descubrimos autores clásicos o contemporáneos que nos reconcilian con los argumentos y con las palabras (...)
Texto de Santiago Gil
canariasaldia.com

miércoles, 21 de octubre de 2009

¡Al Abortaje!

Las ratas soplan antes de morder. Sueltan un aliento cálido que adormece, que engaña, como los curas. De hecho no veo muchas diferencias entre las ratas y los clérigos cristianos. Unos soplan antes de morder y otros soplan antes de violar. Pasan la manita sobre el niño de turno y los padres consienten. No hay problema, aquí está a salvo de sí mismo, sólo se masturbará si nosotros se lo pedimos. Sólo será un gran hijo de puta si nosotros se lo enseñamos. Sólo se contaminará con nuestra basura, la del resto del mundo ni la olerá, no le importará. Los pobres son más pobres si los miras de frente, si te pones a su altura, pero desde arriba no es lo mismo, no los hueles. Nuestro Señor viste de oro y seda y tiene la nariz taponada (...)
Artículo de opinión
El Extranjero

lunes, 19 de octubre de 2009

Hablar menos

Resistir y sumar. Hablar menos y escribir más. Hablar menos y escribir más.
No dejar que el monstruo me domine. No ignorarlo. No olvidarlo. Sólo hacerle saber quién manda. La violencia no está bien vista, pero sé que debo ser tan fuerte por fuera como por dentro. Si vienes con palabras te contestaré con palabras. Si tu puño me señala, los míos se llenarán de ganas, de venas. La violencia no está de moda, pero somos violentos y nos comemos y yo voy a estar listo para el banquete.
Resistir y sumar. Hablar menos y escribir más. No me gustan los niños ni las buenas personas que se creen buenas personas. Las buenas personas no existen porque no hablan, sólo hacen lo que tienen que hacer y se quedan mudas el resto de sus vidas, por eso no reciben premios, porque no venden nada.
No me gustan las cruces ni los crucificados. No me gusta dar las gracias ni arrodillarme. No me gusta el amor de la multitud de violadores. Si vienes de frente te miraré a los ojos. Si por la espalda, mátame, porque a las lagartijas les vuelve a crecer la cola.
Resistir y sumar. Hablar menos y escribir más. Hablar menos y escribir más.

miércoles, 14 de octubre de 2009

El mentiroso

(...)
Me atrajo hacia ella y me besó, luego me retuvo un segundo más para demostrar que su abrazo era sincero, no como el de todo el mundo, sin darse cuenta de que todo el mundo hace lo mismo.
El mentiroso
(Aquí empieza nuestra historia, Alfaguara 2008)

sábado, 10 de octubre de 2009

En la colonia de Kafka

(...)
-Este aparato -dijo, tomándose de una manivela y apoyándose sobre ella- es un invento de nuestro antiguo comandante. Yo asistí a los primerísimos experimentos, y tomé parte en todos los trabajos, hasta su terminación. Pero el mérito del descubrimiento sólo le corresponde a él. ¿No ha oído hablar usted de nuestro antiguo comandante? ¿No? Bueno, no exagero si le digo que casi toda la organización de la colonia penitenciaria es obra suya. Nosotros, sus amigos, sabíamos aun antes de su muerte que la organización de la colonia era un todo tan perfecto, que su sucesor, aunque tuviera mil nuevos proyectos en la cabeza, por lo menos durante muchos años no podría cambiar nada. Y nuestra profecía se cumplió; el nuevo comandante se vio obligado a admitirlo. Lástima que usted no haya conocido nuestro antiguo comandante. Pero -el oficial se interrumpió- estoy divagando, y aquí está el aparato. Como usted ve, consta de tres partes. Con el correr del tiempo, se generalizó la costumbre de designar a cada una de estas partes mediante una especie de sobrenombre popular. La inferior se llama la Cama, la de arriba el Diseñador, y esta del medio, la Rastra.
-¿La Rastra? -preguntó el explorador.


(...)
-Sí, la Rastra -dijo el oficial-, un nombre bien adecuado. Las agujas están colocadas en ellas como los dientes de una rastra, y el conjunto funciona además como una rastra, aunque sólo en un lugar determinado, y con mucho más arte. De todos modos, ya lo comprenderá mejor cuando se lo explique. Aquí, sobre la Cama, se coloca al condenado. Primero le describiré el aparato, y después lo pondré en movimiento. Así podrá entenderlo mejor. Además, uno de los engranajes del Diseñador está muy gastado; chirría mucho cuando funciona, y apenas se entiende lo que uno habla; por desgracia, aquí es muy difícil conseguir piezas de repuesto. Bueno, ésta es la Cama, como decíamos. Está totalmente cubierta con una capa de algodón en rama; pronto sabrá usted por qué. Sobre este algodón se coloca al condenado, boca abajo, naturalmente desnudo; aquí hay correas para sujetarle las manos, aquí para los pies, y aquí para el cuello. Aquí, en la cabecera de la Cama (donde el individuo, como ya le dije, es colocado primeramente boca abajo), esta pequeña mordaza de fieltro, que puede ser fácilmente regulada de modo que entre directamente en la boca del hombre, tiene la finalidad de impedir que grite o se muerda la lengua. Naturalmente, el hombre no puede alejar la boca del fieltro, porque la correa del cuello le quebraría las vértebras.
En la colonia penitenciaria (In der Strafkolonie)
No se conserva la versión manuscrita. Kafka redactó este relato en octubre de 1914, poco después del inicio de la I Guerra Mundial. Kafka lo leyó en público el 10 de noviembre en 1916 en Múnich, fue la única lectura pública en su vida literaria. No se sabe muy bien por qué eligió este relato tan problemático; según algunos informes, la lectura causó un profundo desagrado entre muchos oyentes, algunas personas se desmayaron, otros abandonaron la sala antes de que finalizara la lectura. Fue publicado en la editorial Kurt Woll, Leipzig, 1919. (Cuentos completos, Franz Kafka. El Club Diógenes, valdemar).

miércoles, 7 de octubre de 2009

Viaje a la luna

Escríbeme. Págate una y seguimos.
La castaña se toca la nariz pero no tengo perico. No consumo. Lo tengo más complicado. Se puede follar sin droga, pero es más difícil. Tienes que usar la inteligencia y... es más dificil. A un empericado le importa una mierda su inteligencia, lo que quiere es seguir, no parar. A los feos no les gusta el síndrome de abstinencia. Los medios pollos se compran de noche.
Bajo de la tarima (...)
Artículo de opinión

viernes, 2 de octubre de 2009

Pulp

(...) Al día siguiente yo estaba en mi oficina. Todo parecía estar en punto muerto. Había sido una noche terrible. Había intentado emborracharme para dormir. Pero las paredes de mi apartamento eran muy delgadas. Oí todo lo de la casa de al lado...
-Oye, nena, tengo el nabo lleno de engrudo y si no lo vacío, ¡me va a dar una apoplejía o algo!
-Eso es problemaq tuyo, macho.
-¡Pero estamos casados!
-Eres demasiado repugnante.
-¿Qué? Nunca me lo habías dicho.
-Lo acabo de decidir.
-Pero la leche se me va a salir por las orejas, nena. ¡Tengo que hacer algo!
-¡Pues arréglatelas sin mí, pichatiesa!
-De acuerdo, de acuerdo, ¿dónde está el gato?
-¿El gato? Ah, no, hijo de puta, no, ¡con Tinker Bell no!
-¿Dónde está ese condenado gato? Le he visto hace un minuto.
-¡No te atrevas! ¡No te atrevas! ¡Con Tinker Bell no!

No conseguí coger una cogorza suficiente como para dormirme. Simplemente me quedé allí sentado, sirviéndome copas. No hubo suerte.

Pulp (1994)