Ellos



¿Qué es la felicidad?

La ausencia de miedo

















domingo, 8 de agosto de 2010

Medio gramo

-Rellene este formulario, por favor. Antes de comenzar con la terapia necesito tener determinados datos suyos.

Crees que con mi ayuda podrás solucionar alguno de tus problemas. Con los ojos me pides la salvación, ésa que no has encontrado en oídos sordos de tanto escuchar, ésa que a mí, con pena remunerada, me corresponde darte.
Me asombra tu ingenuidad, tu necesidad de aprecio, sólo eso. Sería más fácil tu vida si aceptaras que eres fea, que tu cara no te ayuda en el camino, que no te gusta; sólo así comenzaría la redención. Retocando ciertas cosas en tu exterior, todo te iría mejor. Pero esto no enseñan a decirlo en la universidad, y no seré yo quien rompa tan necesaria tradición. Allí enseñan muy bien protocolo, gestos que poner ante determinadas situaciones, condescencia vital para este oficio antiguo; pero no a decor la verdad, ni tan siquiera a buscarla en beneficio propio. La verdad no es buena si no es inventada, y ése es mi cometido, te ayudaré a borrar verdades primarias que te atenazan, transformándolas en nuevas verdades más fáciles de llevar.

-¿Está aquí por voluntad propia? ¿Alguien le ha aconsejado que viniera a verme?

Claro que es tu voluntad, pero también la de todos los que te rodean y que aguantan día a día tu desencanto por la vida que llevas, por quien eres. Aburridos de oír tus lamentos por no quererte desde nunca, cada uno de ellos te ha empujado un poco hasta mí. Pero no te preocupes, entre lod dos maquillaremos tu realidad, le daremos forma nueva, sólo tienes que dejarte caer en mis manos. Tengo estudios y juramentos, no haré nada para perjudicarte, no empeoraré tu estado, ¿no ves qué bien me encuentro yo? Tú también podrás sentirte así de feliz, sólo tienes que creer en mí lo que no crees en ti. Esta unión será definitiva, y nuestra alianza resguardad por amigos farmacéuticos.

-¿Tiene en cuenta que este tipo de trabajo requiere compromiso y tiempo, verdad? Los resultados pueden tardar en llegar... Es fundamental que usted comprenda bien esto antes de comenzar, debe involucrarse tanto como yo para que funcione y haya progreso. Buen trabajo en equipo y todo irá bien.

Casada, dos hijos, sin trabajo... espero no aburrirme mucho contigo. Quizás tengas alguna infidelidad divertida que contar, algún escarceo de barra de bar, algún lío en coche y no todo sean quejas matrimoniales y menosprecio de tus hijos. Quizás, cuando te quedas sola en casa, tu adicción al sexo se muestra como única escapatoria ante la ansiedad, y el salón se llena de películas por no y aparatitos que vibran. ¿O acaso la anhedonia generada por el asco que te produce tu marido te tiene comiendo a escondidas como una cerdita horrorizada de serlo, y ni siquiera contemplas la posibilidad de la masturbación como método de relajación? No sé, no lo tengo claro aún, estás demasiado flaca para imaginarte engullendo sin control, pero también demasiado lánguida y sosa como para verte disfrutando de una vida sexual buena aun en soledad.
Habrá que buscar dentro de esa cabeza simple y malgastada, iremos hasta el inicio de todo, a ese momento que tú desconoces como culpable y que yo te haré encontrar sin claridad, lo palparás a oscuras guiada por mí, y comprenderás que sólo con mi ayuda, y la de tus seres queridos que me pagan, serás capaz de seguir en tu día a día. Algo más lenta pero en pie.

-Ansiedad e insomnio, muy bien... ¿y ha utilizado algo para combatir estos desarreglos? ¿Ha acudido a la ayuda de algún fármaco con anterioridad?

No, no tienes aspecto de tomar nada más allá de unos whiskys y unos cuantos somníferos, pero eso tiene arreglo. Con la dosis justa que yo te mande todo se equilibrará, tu tristeza y alegría casi conseguirán igualarse, y si el alcohol subiera en cantidad y depresión, pues nada, más dosis y la balanza a la par. No puedo ni debo prohibirte nada, ¿quién no se toma sus copas para frenar un poco el ritmo, para que todo sea más llevadero?
Qué sencillo es mi trabajo. Química y oído, esperanza y protocolo. Si encontrara un compañero tan cualificado como yo, con tanta confianza como la que tengo yo en mí, en mi capacidad para ayudar a los demás, no dudaría en tratarme con él; pero no hay. No les gusta lo que hacen. Se vuelven sinceros y vulnerables. Ceden ante las historias que escuchan y la pena sin coste domina sus actos, una pena descontrolada y pobre que acaba por arrastrarlos hasta el mismo lugar de donde vienen sus pacientes, que en mi caso, son clientes.

-Bueno Carmen, por hoy está bien, el miércoles a la misma hora, ¡no se olvide! E intente no pensar mucho, todo va a ir bien, tranquila. Póngase guapa y vaya a dar una vuelta, a tomar algo, a relajarse...

Venga, ya te puedes ir, tengo cena en casa y ganas de tocármela antes de salir, yo también necesito relajarme. Me esperan mujer y amigos, no creas que eres la única que hace cosas aburridas. Adiós, adiós.
Con suerte cuando llegue ya se habrán bebido la primera botella de vino y todo se hará más llevadero. ¡Qué bien le sienta a mi mujer la mezcla de productos de nuestro botiquín con alcohol!; al cabo de un par de horas no se entera de nada. Una llamadita y a casa...

-Sí, hola, qué tal... ¿podemos quedar ahora? Sí, sí, lo de siempre, medio gramo.
Medio gramo


miércoles, 4 de agosto de 2010

Camus suicida

(...) Comenzar a pensar es comenzar a estar minado. La sociedad no tiene mucho que ver con estos comienzos. El gusano se halla en el corazón del hombre y en él hay que buscarlo. Este juego mortal, que lleva de la lucidez frente a la existencia a la evasión fuera de la luz, es algo que debe investigarse y comprenderse.
Muchas son las causas para un suicidio, y, de una manera general, las más aparentes no han sido las más eficaces. La gente se suicida rara vez (sin embargo, no se excluye la hipótesis) por reflexión. Lo que desencadena la crisis es casi siempre incontrolable. Los diarios hablan con frecuencia de "penas íntimas" o de "enfermedad incurable". Son explicaciones válidas. pero habría que saber si ese mismo día un amigo del desesperado no le habló con un tono indiferente. Ese sería el culpable, pues tal cosa puede bastar para precipitar todos los rencores y todos los cansancios todavía en suspenso.
El mito de Sísifo (1942)