Ellos



¿Qué es la felicidad?

La ausencia de miedo

















lunes, 8 de octubre de 2012

Desaparezco


Se va y respiro profundo. Me han engañado con palabras, con miradas, pero no recuerdo una sola vez que me hayan engañado con el tacto. El animal racional miente, el animal a secas no, la carne no miente.

Quiero mi dinero y largarme, no me gustan los mentirosos.
 Me paga y me da dos besos y un abrazo que no soy capaz de devolver. Agarro la camilla y salgo.
-Ya sé cómo encontrate.
-Sí, adiós.
Abro el ascensor.
 Desaparezco.

Hace calor y el cielo está claro, gris claro.
Camino por la calle de escaparates y maniquíes, de tiendas cerradas y cajas de cartón vacías.
   El estilo de vida es la ficción de la vida.

Meto la mano en el bolsillo y ahí están los billetes. Miro el reloj y ahí están las horas, en otra casa me esperan, estoy muy cansado.

Desaparezco
Cucarachas con Chanel (ed Idea-Aguere; 2012)
Realismo.0

viernes, 5 de octubre de 2012

La cura Schopenhauer


Nada puede ya alarmarlo ni emocionarlo. Ha conseguido cortar los hilos de deseo que nos atan al mundo y nos arrastran y zarandean (llenos de nerviosismo, anhelo, miedo e ira), causándonos constante dolor. Ahora sonríe y contempla sereno este mundo fantasmagórico con la indiferencia de un jugador de ajedrez al término de la partida.      (El mundo como voluntad y representación)*

***

Es feliz el hombre que puede evitar, de una vez para siempre, relacionarse con un gran número de sus semejantes.    (Parerga y paralipómena)
                                                                              *** 

Para una mujer, limitarse a un solo hombre en el breve período que dura su auge es algo antinatural. Sin embargo, de ella se espera que guarde para uno solo lo que muchos otros desean. El hombre tiene demasiado en cierto momento, y muy poco al final. La mitad de su vida los hombres son puteros, y la otra mitad cornudos.       (El mundo como voluntad y representación)

***

Si no queremos ser un juguete en manos de cualquier bribón ni objeto de burla de cualquier necio, la primera norma es ser reservados e inaccesibles.     (Manuscript Remains)

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A los treinta años estaba completamente harto de tener que considerar mis iguales a individuos que no lo eran en absoluto. Mientras un gato es joven, juega con bolas de papel porque las cree vivas y las considera similares a él. Así me ha ocurrido a mí con los bípedos humanos. (Manuscript Remains)

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El hombre de talento es como un tirador que da en la diana que otros no alcanzan a acertar, mientras que el hombre de genio da en la diana que otros no alcanzan a ver. El genio arremete contra su época como un cometa en el camino de los planetas. No puede ir de la mano del curso regular de la cultura: al contrario, sus obras se proyectan muy por delante.     ( El mundo como voluntad y representación)

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Deberíamos ser indulgentes con las locuras, fracasos y vicios humanos, habida cuenta de que lo que tenemos ante nosotros son simplemente nuestros propios fracasos, locuras y vicios.  (Parerga y paralipómena) 
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Yo no he escrito para la muchedumbre. Entrego mi obra a los individuos pensantes que en el transcurso del tiempo aparecerán como raras excepciones. Ellos sentirán lo mismo que yo, o lo que siente un náufrago en una isla desierta, para quien el rastro de alguien que ha sufrido lo mismo que él consuela más que la presencia de todas esas cacatúas y monos en los árboles  (Manuscript Remains)

La cura Schopenhauer
Salamandra

miércoles, 3 de octubre de 2012

¡Pensad!


No estoy afiliado a ningún partido, a ningún círculo político de cualquier tipo, porque ningún partido ni proclama, ninguna decisión colectiva, podría protegerme del infortuni universal.
¿Tiene uno solo de vuestros líderes un objetivo distinto que el de controlaros o utilizaros para dominar a otros?
¡Pensad! Tengo derecho a exigíroslo, porque sois hombres. ¡Pensad!
Pero no podéis pensar, porque necesitáis estatutos, porque tenéis que elegir administradores, entronar ministros, porque requerís un parlamento, porque no podéis vivir sin gobierno, sin líder.
Cedéis vuestras voces a otros y al querer utilizarlas vosotros mismos ya no disponéis de ellas, os faltan porque las habéis cedido.
¡Pensad! No necesitáis nada más. Permitid, tranquilos y descuidados, que se hunda la economía; nunca me hizo feliz y tampoco os lo hará a vosotros.
Permitid conscientemente que la industria se pudra, o por ella, vosotros os pudriréis. Sobre las ruinas de la industria, allí florece la libertad...
Retrato de un anónimo célebre (2012)
sexto piso

lunes, 1 de octubre de 2012

La polla más grande del mundo


Todavía, cuando lo recuerdo, siento aquel mal sabor de boca. Y ni siquiera puedo cepillarme los dientes para olvidarme de él. Al contrario, resulta mucho peor. Fue el cepillo de dientes, precisamente, y la cámara de fotos, lo único que no nos robaron aquel fin de semana que decidimos volvernos a Tudela, a ver a los nieticos. Llevábamos ya casi dos meses sin volver, desde que el médico le recomendó a Eulogico un clima más templado y él me propuso comprar un apartamento en Benidorm y arrejuntarnos. ¡A mí, con mis años! Al principio me daba mucha vergüenza, más que nada por mis hijos, porque pensaba que me pondrían de pelandusca para arriba. Pero ellos lo aceptaron con mucha deportividad, yo creo que porque nunca quisieron al difunto demasiado, y Eulogio será lo que quieras, pero al menos no bebe. Ni siquiera ahora, aquí en Benidorm, que con eso de la Viagra se ha vuelto un chavalote, y no le queda tiempo para nada, que cuando no anda con esa cosa tiesa le da por sacarme fotos cochinas. Por eso cuando al volver de Tudela nos encontramos con que los cacos habían entrado al apartamento, fue un alivio saber que al menos habían dejado la cámara, en la cual habíamos inmortalizado nuestros momentos más íntimos. Cuál no sería, sin embargo, nuestra sorpresa cuando Eulogio, al revelar las fotos, descubrió un par de juveniles traseros que evidentemente no correspondían con los nuestros, estriados y pendulones. Los cacos, amén de robarnos, habían tenido la desfachatez de dejarnos aquel souvenir, pero eso no era lo peor, sino que ¿qué era lo que se veía entre sus nalgas peludas hundido hasta la empuñadura? Efectivamente: mi cepillo de dientes. Desde aquel día no he podido quitarme el mal sabor de boca. A Eulogio, por el contrario, cada vez que lo recuerda le da la risa. Pero, claro, él usa dentadura postiza.

Souvenir (Leyenda urbana), 
Relato del libro La polla más grande del mundo y otros 69 cuentos
Patxi Irurzun