(...) Exceptuando a dos o tres autores ya mayores, toda la literatura actual no me parece literatura, sino una especie de industria artesanal que sólo existe para que se jalee, aunque la gente se resiste a usar sus productos. Ni siquiera las mejores de esas creaciones artesanales pueden calificarse de excelentes ni elogiarse con sinceridad sin ponerles algún reparo, y lo mismo cabe decir de todas las novedades literarias que he leído en los últimos diez o quince años: no hay ninguna que sea magnífica, que pueda elogiarse sin un pero. En una se advierte inteligencia y buen gusto, pero no talento; en otra, talento y buen gusto, pero no inteligencia; en una tercera, por último, talento e inteligencia, pero no buen gusto (...)
No recuerdo una sola obra nueva en la que el autor, desde la primera página, no trate de enredarse en toda clase de convencionalismos y de hacer concesiones a su propia conciencia. Uno tiene miedo de hablar del cuerpo desnudo, otro se ha atado de pies y manos al análisis psicológico, un tercero necesita "una actitud afectuosa con el ser humano"
, un cuarto llena intencionadamente páginas y páginas con descripciones de la naturaleza para que no le acusen de tendencioso... Uno quiere aparecer en sus obras como representante de la clase media; otro, como aristócrata, etcétera. Ideas preconcebidas, cautela, segundas intenciones, pero ninguna libertad ni valor para escribir como querrían y, en consecuencia, ninguna creatividad.
Una historia aburrida (1889)
Antón Chéjov
No dejas títere con cabeza!!!
ResponderEliminar¿De verdad que no has encontrado ni uno sólo?
Qué depresión!