La primera vez fue increíble, una bicicleta y mi inocencia empujada en una calle sin salida. Sobre nuestras cabezas el dios Sol caía con fuerza y verticalidad, obligando a las sombras a esconderse dentro de las casas y de las almas de un barrio de la capital.
Esa mañana la crónica era: día sin colegio, pelea con goleada de gritos de mi padre a mi madre, ausencia de árbitros, lágrimas y tres o cuatro hijos como espectadores.
Mis fugaces amigas ese día fueron dos hermanas, no recuerdo sus nombres ni sus caras, no recuerdo el motivo por el cual estaba allí. Ellas sacaron una bici de paseo y me arrullaron con ella de lado a lado del callejón, cada vez iba cogiendo más confianza, velocidad y equilibrio, en unas horas realizaba mi primer pedaleo en solitario con una sonrisa de felicidad y nerviosismo.
2 comentarios:
Me ha gustado. Esos flashes de recuerdo me recuerdan la película de Jim Jarmusch "Dead Man" cuando el personaje se despertaba y se volvía a dormir. Es como una historia contada a través de una celosía.
Gracias Mr. Riforfo. Me gusta lo de contar algo a través de una celosía. Yes, Sir.
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