Cubierta por un polvo elevado, la ciudad embustera tiene ese aspecto tenue y amargo, color melancolía. No te puedes fiar de ella, pues nada es lo que parece. Desconfianza incluso de detalles obvios. Miro a mi alrededor y observo toda la farsa en su esplendor: el paseo de las chicas guapas que en realidad son travestis, el tóxico alcohol de los bares es seguro sólo cuando tú mismo despojas la chapa de la botella, la opulencia masculina de aparentotes repugnantes y modas muertas huele a perfume de mujer…
Toda la carne que la habita se pudre decepcionada. Los locos visten ropas caras y follan con mujeres florero mientras los cuerdos andan sucios y mueren de cirrosis entre su colección de delirios. Lo oculto y aparente, todo repugnante, como la vida de las putas que no alimentan la lujuria que insinúan sino matan el hambre que después confiesan.
Decepción constante con el eco de los pasos, el rumor del rodaje de los taxis nocturnos en el horizonte oscuro amarillento. La noche llega tarde y se marcha pronto. Farsante, simula descansar mientras la tristeza se apodera de los seres como puede. Y lo logra casi siempre.
Toda la carne que la habita se pudre decepcionada. Los locos visten ropas caras y follan con mujeres florero mientras los cuerdos andan sucios y mueren de cirrosis entre su colección de delirios. Lo oculto y aparente, todo repugnante, como la vida de las putas que no alimentan la lujuria que insinúan sino matan el hambre que después confiesan.
Decepción constante con el eco de los pasos, el rumor del rodaje de los taxis nocturnos en el horizonte oscuro amarillento. La noche llega tarde y se marcha pronto. Farsante, simula descansar mientras la tristeza se apodera de los seres como puede. Y lo logra casi siempre.
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