(...) En mi infancia se me conocía por mi carácter dócil y bondadoso. Era tan llamativa la ternura de mi corazón que me convertí en el hazmerreír de mis compañeros. Sentía una particular atracción por los animales, de los que mis padres me permitieron tener en casa una amplia variedad. Con ellos pasaba casi todo el tiempo, y nunca era más feliz que cuando les daba de comer y los acariciaba. Esta peculiaridad de mi carácter creció conmigo y, ya de adulto, fue una de mis fuentes principales de placer. A quienes han cuidado con afecto a un perro fiel y sagaz apenas si necesito explicarles la naturaleza o la intensidad de la satisfacción que uno obtiene. Algo hay en el amor desinteresado y abnegado de un animal que llega directamente al corazón de quien con harta frecuencia ha comprobado la amistad mezquina y la muy frágil fidelidad de las propias personas.El gato negro
"(...) no sé dónde estaría ahora si no hubiera dado con ella. En mis planes nunca estuvo tener hijos, eso es cierto, pero una cosa siempre lleva a la otra: o tienes perro o tienes hijo; y Julia es alérgica a los perros". Así de desasidos de cualquier ilusión se muestran los personajes contenidos en el libro de 16 relatos titulado como uno de ellos, Ensalada de canónigos, de José Ramallo, que acaba de publicar Ediciones Idea. (...)

