Ellos



¿Qué es la felicidad?

La ausencia de miedo

















viernes, 28 de agosto de 2009

Cruzo los dedos

Cruzo los dedos para que pase algo. Miro a mí alrededor buscando pieza. Quiero bronca pero no encuentro. Sólo calles tranquilas. Silencio en bancos de madera verde. Perros que pasean tirando de mujeres mayores. Cucarachas con calor. Palmeras con frío. Fuentes sin agua.
-¡Cállate!, ¿me oyes? ¡Cállate! ¿Podrás estar callada diez minutos; cerrar ésa maldita boca?

Pelear con una mujer siempre me recuerda a mi madre. A puertas rotas y paredes con marcas de nudillos. Ella me enseñó a odiarlas y yo aprendí bien. Nunca le pegué, y es por eso que ahora me sobran unos cuantos puñetazos.

Necesito tirar un par de golpes. Escribir lo que sea. Llenar una hoja de tachones y coger aire profundo. Caminar un buen rato y cruzar los dedos para que pase algo. Para que al llegar a casa ella esté dormida y mi sudor frío. Para que mañana pueda ser otro día y ésta, quizás, otra noche.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Ojo surrealista

(...) Al mismo tiempo imaginábamos acostar a Marcelle con las faldas levantadas, pero calzada y vestida, en una bañera a medio llenar de huevos sobre los que ella haría pipí a medida que fuera aplastándolos. Simone soñaba también que yo cogía a Marcelle desnuda en mis brazos, con el culo en lo alto, la cabeza abajo y las piernas dobladas; ella misma, vestida con una bata empapada de agua caliente y pegada al cuerpo, dejando desnudos los pechos se subía a una silla blanca. Yo enervaría sus pechos metiendo los pezones en el cañón de un revólver reglamentario cargado y recién disparado, cosa que, de entrada, nos inquietaría y, luego, daría al cañón el olor de la pólvora. Entretanto, ella derramaría desde lo alto y dejaría deslizar nata líquida sobre el ano gris de Marcelle; orinaría también en su bata o, si la bata se abriera, sobre la espalda o la cabeza de Marcelle en quien, por otro lado, también yo podría mearme. Marcelle me inundaría entonces, porque tendría mi cuello apretado entre sus muslos. También podría hacer entrar mi verga orinante en su boca.
Historia del ojo (1928)

lunes, 24 de agosto de 2009

Trae a mami

Yo pido zumo de naranja, sándwich mixto y una botella pequeña de agua fría. Dani medio bocadillo de pollo y batido de fresa. Son las diez de la mañana y no somos nada originales, siempre pedimos lo mismo. Cuarenta minutos de carrera en el parque La Granja y unas abdominales. Más hambre que las ratas de la playa.

Comemos sin hablar mucho, nos conocemos hace tiempo y no hay necesidad. Los silencios no nos molestan, las tonterías sí. Hace un rato que percibo una cantinela que se está clavando en mi cabeza. Dani ya está con un cortado y yo apurando el agua: “trae a mami, trae a mami”. A nuestra izquierda, en una mesa, un fulano de brazos fuertes y barriga grande empuja a un perro, un pastor alemán joven, negro y juguetón. La supuesta mami mira un escaparate veinte metros más allá, junto a la puerta del bar. Ropa de deporte, bañadores, tanguitas y cholas de colores. Mami está buena, culoncita, tetudita, rica. El tipo se pone cada vez más pesado. “Trae a mami, anda, vete, venga, trae a mami…”. Y el perro sale disparado y muerde la mano de mami y la arrastra hacia su amo. El numerito es precioso, estupendo para grabarlo y ponerlo en un blog de animales haciendo gilipolladas con sus dueños gilipollas, pero a mí me está tocando las pelotas. En las otras mesas algunos se ríen con la historia y entonces el tipo se crece, se rasca los huevos y manda a la mami –que ya estaba de regreso con su guía- de nuevo al punto de partida; otra vez la canción del domador: “a mami, trae a mami, corre…”.

Pedimos la cuenta y pago yo, hoy me toca. Nos alejamos sin prisa pero sin pausa. Dejamos atrás al perro con la lengua fuera y a la mami sin lengua. El amo, el capo, está feliz, ya tiene quien le ayude a controlar a su hembra, pero a mí me duelen la cabeza y el estómago. El próximo día pido manzanilla y unos tapones.

viernes, 21 de agosto de 2009

Pedro Juan el sucio

(...) El viejo me hizo perder el hilo del cuento de Rogelio. Lo escribí hace años. Rogelio había acabado de morir y yo imaginé muchas cosas de su vida. No es un buen cuento. Lo mejor es la realidad. Al duro. La tomas tal como está en la calle. La agarras con las dos manos y, si tienes fuerza, la levantas y la dejas caer sobre la página en blanco. Y ya. Es fácil. Sin retoques. A veces es tan dura la realidad que la gente no te cree. Leen el cuento y te dicen: "No, no, Pedro, hay cosas aquí que no funcionan. Se te fue la mano inventando". Y no. Nada está inventado. Sólo que me alcanzó la fuerza para agarrar todo el masacote de realidad y dejarlo caer de un solo golpe sobre la página en blanco.
Yo, revolcador de mierda (Trilogía sucia de la habana)

miércoles, 19 de agosto de 2009

Gente alfabeta

Más calor y un libro sudando en mi mano izquierda. Llego tarde. Alguien ya me espera en el trabajo y camino atravesando esta ciudad con ritmo de desquiciado, de idiota.
Dos tipos hablan a unos metros. A cada paso los veo más viejos y más indignados. Están parados frente a la entrada de un Banco, y con mala cara se escupen frases de manera alternativa. No se enfrentan, sólo se dicen.
-Aquí lo que pasa es que hay mucha gente alfabeta, mucha, ése es el problema, ése.
-Y que lo digas, tienes toda la razón, toda.

lunes, 17 de agosto de 2009

Otra puta estrella

El suelo aún caliente y el cielo con pajaritos que van de derecha a izquierda. Ofelia se estira, se tumba, saca la lengua y jadea; se rasca una oreja. Debería regar las plantas.

No lo veo claro. No sé si quiero escribir lo que pienso de los aforismos y de sus escritores, o convertirme por un momento en ambas cosas, no sé, pero no encuentro la forma. No tengo las herramientas. No poseo un brillante catálogo de certezas, un currículo. No tengo seguridad. No confío en mí lo suficiente, coño… Bueno, voy a dedicarle seis o siete minutos más al asunto, a ver qué sale.

Conocimiento del que se desconoce. Verdad del mentiroso. Luz artificial.
Escritura que no me gusta, que no me creo porque me asustan los que saben tanto de tantas cosas, los que sentencian sin antes recibir su parte, los jueces, los escritores orgullosos de serlo, encantados de serlo. Los listos.
Mala idea. Fue mala idea tumbarme aquí y fumar. Acabo de picar el anzuelo. No he resistido la tentación, no he podido. Otra puta estrella en el firmamento. Mierda.

Ofelia me muerde la mano, me reclama. Llevo un buen rato sin hacerle caso, así que ahora me toca rascarle la barriga y las tetas. Sólo sé que eso le gusta.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Casi siempre Julio



(...) Me daba asco pensar así, una vez más estar pensando todo lo que a otros les bastaba con sentir.

Las puertas del cielo (Bestiario, 1951)

Julio Cortázar

domingo, 9 de agosto de 2009

Otro par de meadas

Puto bar. Cutre modernidad santa crucera. Dos putitas en el centro de la pista. Jóvenes rubia y castaña enfrentadas. Se miran los zapatos, los tacones, se detestan pero se soportan; juegan a lo mismo en diferentes equipos. Guapas y niñas. Guapos y estúpidos. El maricón de camisa blanca corre tras el negro portero de pinganillo en el oído y pollón entre las piernas. Son amigos.
Me siento bien porque en el retrete un hilo rojo no se resiste a mi chorro. Se desliza hasta el fondo, se hunde y gano yo pero ¿y fuera?… todos siguen jugando y perdiendo. Sólo necesito otro par de cervezas y otro par de meadas.









viernes, 7 de agosto de 2009

La razón de Cantinflas

¿Cuántas veces te has parado a ver mierda en la tele? ¿Y cuántos minutos has estado sin rechistar comiéndote esa mierda?



martes, 4 de agosto de 2009

Los muertos

Foto JRamallo
Los muertos no desaparecen, sólo se esconden mientras suenan las campanas.