Ellos



¿Qué es la felicidad?

La ausencia de miedo

















sábado, 26 de septiembre de 2009

Hoy traga

Si quieres círculos tienes círculos. Todos juntos, unidos, da igual que no soportes el olor. Eso da lo mismo. La moda es la moda. Ríe hijo de puta. Únete, ríe e intenta ser feliz. No pienses. No dudes. Baila. Mueve el culo blanco y los hombros grises. Bebe cerveza. Bebe lo que sea y no vomites. Hoy no toca. Hoy traga. Sólo eso. No ser y sí parecer. Hoy traga.

jueves, 24 de septiembre de 2009

La hermandad de la uva


(...) Entré en el cuarto de baño para afeitarme. La cara que vi en el espejo era la de un loco de atar. El paso del tiempo ya no traía paz, sino fealdad, ojos surcados de venas, bolsas en los carrillos. Eché un vistazo a la cama deshecha en la que habíamos vivido la imperfecta sesión de amor, las almohadas aplastadas, las sábanas arrugadas. Tenía el mismo aspecto que la cama de mis padres cuando yo tenía siete años, y recordaba que había odiado a mi padre, por el olor rancio de sus puros y por los pantalones de faena tirados grotescamente en el suelo, y que había deseado matarlo.
La hermandad de la uva (1977)

sábado, 19 de septiembre de 2009

Hijoputa

El Sonrisita es gordo, así que le pego con ganas un palmo por encima del ombligo, en el plexo solar, y cae de rodillas a plomo. Al pie de la farola, en la mitad del puente, tose y brilla como un pez globo fuera del agua, pero el hijoputa no deja de sonreír. ¿De qué coño se ríe este cabrón siempre que nos cruzamos? Una patada en la cara y lo tumbo. Siento las llaves moverse, las saco y las coloco entre los nudillos; es jodido ejercer de boxeador sin guantes con unas manos tan pequeñas. Sonríe pedazo de mierda, sonríe... empiezo. Sangre hasta medio antebrazo y un grito y un llamen a la policía. De noche siempre hay cotillas tras las ventanas. Gente aburrida que espera encontrar algo atractivo fuera, en la oscuridad, mientras dentro la fealdad manda. Corro con el puño apretado hasta la puerta de mi casa. Entre los dedos pegamento y temblores. Me cuesta abrir...
Ahora estoy duchado. Mis manos limpias y mi pulso listo. Sentado en el sillón huevo de ikea busco en google Hardcore y Facefacking. Hoy la paja de siete minutos trae extra de placer. La rubia se lo traga todo y El Sonrisita sonríe sin dientes. Puede que hasta me ponga a escribir.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Demian


(...) Los poetas, cuando escriben novelas, acostumbran a actuar como si fueran Dios y pudieran dominar totalmente cualquier historia humana, comprendiéndola y exponiéndola como si Dios se la contase a sí mismo, sin velos, esencial en todo momento. Yo no soy capaz de hacerlo, como tampoco los poetas lo son. Sin embargo, mi historia me importa más que a cualquier poeta la suya, pues es la mía propia, y además es la historia de un hombre: no la de un ser inventado, posible, ideal o no existente, sino la de un hombre real, único y vivo. Lo que esto significa, un ser vivo, se sabe hoy menos que nunca, y por eso se destruye a montones de seres humanos, cada uno de los cuales es una creación valiosa y única de la naturaleza. Si no fuéramos algo más que seres únicos, sería fácil hacernos desaparecer del mundo con una bala de fusil, y entondces no tendría sentido contar historias (...)

Pocos saben hoy qué es el hombre. Muchos lo presienten y por ello mueren más tranquilos, como yo moriré cuando haya terminado de escribir esta historia.

No puedo adjudicarme el título de sabio. He sido un hombre que busca, y aún lo sigo siendo; pero ya no busco en las estrellas y en los libros, sino que comienzo a escuchar las enseñanzas que me comunica mi sangre. Mi historia no es agradable, no es dulce y armoniosa como las historias inventadas. Tiene un sabor a disparate y a confusión, a locura y a sueño, como la vida de todos los hombres que ya no quieren seguir engañándose a sí mismos.

Demian (1919; introducción)

domingo, 13 de septiembre de 2009

Vamos a contar...



Cuarenta y seis y las tetas pequeñas y redondas brillando en la camisilla negra.
-Me llamo Lola.
-Encantado, yo me llamo J.

Todo natural. Vino y cerveza. Mis huevos hinchándose y su sonrisa directa, sin miedo. Minifalda vaquera, divorcio y una hija de dieciséis. Más alcohol.
-¿Importa mi edad?
-No, sólo era por saber...

Dientes en ámbar y maquillaje de doble capa. Mechas y mechones.
-¿A qué te dedicas?
-Actor porno.
-No jodas.
-Sí.

Postre, licores y palabrería. Nubes. Algunos se marchan y se enfría el café.
-¿Y tú?
-Traductora.
-¿De qué?
-De griego y francés.




miércoles, 9 de septiembre de 2009

Doña Perfecta


(...) De pronto se presentaron en la tertulia el juez de primera instancia, la señora del alcalde y el deán de la catedral. Todos saludaron al ingeniero, demostrando en sus palabras y actitudes que satisfacían, al verle, la más viva curiosidad. El juez era mozalbete despabilado, de estos que todos los días aparecen en los criaderos de eminencias, aspirando, recién empollados, a los primeros puestos de la Administración y de la política. Dábase no poca inportancia, y hablando de sí mismo y de su juvenil toga, parecía manifestar enojo porque no le hubieran hecho de golpe y porrazo presidente del Tribunal Supremo. En aquellas manos inexpertas, en aquel cerebro henchido de viento, en aquella presunción ridícula había puesto el Estado las funciones más delicadas y más difíciles de la humana justicia. Sus maneras eran de perfecto cortesano y revelaban escrupuloso esmero en todo lo concerniente a su persona. Más que costumbre, era en él fea manía el estarse quitando y poniendo a cada instante los lentes de oro, y en su conversación frecuentemente indicaba el empeño de ser trasladado pronto a Madriz (...)
Doña Perfecta (1876)

viernes, 4 de septiembre de 2009

jueves, 3 de septiembre de 2009

Simetría


El traje negro de punto le cubre hasta medio muslo. El resto son venas verdes en piernas fuertes y blancas. Pies pequeños en bailarinas de juguete. Cruza el puente sin levantar mucho la vista. Sin mirar al barranco o a los ojos. Quiero morderla y luego hablarle. Saber de dónde viene y adónde va. Pero no la alcanzo. Algún ritmo oriental que no puedo oír se la lleva. Pero no me atrevo. Es demasiado perfecta, y la perfección me asusta.