Ellos



¿Qué es la felicidad?

La ausencia de miedo

















lunes, 14 de septiembre de 2009

Demian


(...) Los poetas, cuando escriben novelas, acostumbran a actuar como si fueran Dios y pudieran dominar totalmente cualquier historia humana, comprendiéndola y exponiéndola como si Dios se la contase a sí mismo, sin velos, esencial en todo momento. Yo no soy capaz de hacerlo, como tampoco los poetas lo son. Sin embargo, mi historia me importa más que a cualquier poeta la suya, pues es la mía propia, y además es la historia de un hombre: no la de un ser inventado, posible, ideal o no existente, sino la de un hombre real, único y vivo. Lo que esto significa, un ser vivo, se sabe hoy menos que nunca, y por eso se destruye a montones de seres humanos, cada uno de los cuales es una creación valiosa y única de la naturaleza. Si no fuéramos algo más que seres únicos, sería fácil hacernos desaparecer del mundo con una bala de fusil, y entondces no tendría sentido contar historias (...)

Pocos saben hoy qué es el hombre. Muchos lo presienten y por ello mueren más tranquilos, como yo moriré cuando haya terminado de escribir esta historia.

No puedo adjudicarme el título de sabio. He sido un hombre que busca, y aún lo sigo siendo; pero ya no busco en las estrellas y en los libros, sino que comienzo a escuchar las enseñanzas que me comunica mi sangre. Mi historia no es agradable, no es dulce y armoniosa como las historias inventadas. Tiene un sabor a disparate y a confusión, a locura y a sueño, como la vida de todos los hombres que ya no quieren seguir engañándose a sí mismos.

Demian (1919; introducción)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Estaría bien el 25?

v V¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨ polarporn dijo...

tengo una amiga muy guapa cuyo novio se llama demian. siempre que escucho ese nombre pienso en lo blando, lánguido, enfermizo y pusilánime que es ese damian...

v V¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨ polarporn dijo...

si? vaya, yo no llevo tatuaje alguno. cuando era pequeña quería transgredir los standards de la raza, y me di cuenta de que la unica forma era no hacerse ninguno.

Renegado dijo...

Aunque el nombre sólo puede recordarme al niño cabrón demoníaco, y al padre damián, que tanto nombró mi abuela, el relato es muy bueno. Charly, corto...