Ellos



¿Qué es la felicidad?

La ausencia de miedo

















miércoles, 26 de octubre de 2011

Compro Oro

foto: JRamallo

(...) Hubo grandes diferencias entre mis padres sobre a quién había de imitar en el oficio, mas yo, que siempre tuve pensamientos de caballero desde chiquito, nunca me apliqué a uno ni a otro. Decíame mi padre: -"Hijo, esto de ser ladrón no es arte mecánica sino liberal." Y de allí a un rato, habiendo suspirado, decía de manos: -"Quien no hurta en el mundo, no vive. ¿Por qué piensas que los alguaciles y jueces nos aborrecen tanto? Unas veces nos destierran, otras nos azotan y otras nos cuelgan, aunque nunca haya llegado el día de nuestro santo. No lo puedo decir sin lágrimas" -lloraba como un niño el buen viejo, acordándose de las veces que le habían bataneado las costillas-; "porque no querrían que, adonde están, hubiese otros ladrones sino ellos y sus ministros (...)

Tres novelas del siglo de Oro
La vida del Buscón
Francisco de Quevedo

sábado, 22 de octubre de 2011

WhatsApp

foto: JRamallo

ETA, Gadafi

el Príncipe

azul.

¿Cuánta mierda cabe en esta mentira?


Casio, Android

Zara

Home.

-Tienes un whatsapp, querida.


jueves, 20 de octubre de 2011

Visitando a Kafka


Praga, julio 2011

Número 22 del Callejón de Oro, visita a una de las muchas moradas que habitó Kafka. Quizás, en ella se encuentre la habitación donde quedó preso de sus traumas como del peor invierno de Praga, convirtiéndose en un insecto repugnante, atormentado por la figura de su padre. Fue cucaracha o escarabajo, nada más que un gran absurdo.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Tierra de colillas

Vivo en una tierra con un mar que asfixia. Con peces muertos de ojos grises. Con grúas chillonas, mal educadas.

Vivo en una tierra cruel, sorda y muda; envidiosa prostituta, paredes sucias, iglesias llenas de basura.

Vivo en una tierra que duerme, y a ratos, respira, encantada de conocerse, disfrutando de mi vida.

Vivo en una tierra donde el grande siempre gana, y el chico, rencoroso monigote, espera mientras se desangra.

Vivo en una tierra cruel, sorda y muda.

Vivo en una tierra de colillas.

martes, 18 de octubre de 2011

Agosta gore



Mi amado el pordiosero estaba durmiendo la mona. Del gollete de una botella de ron, recostada sobre su pecho, pendía una última gota que se negaba a caer. Le metí la mano en la bragueta y le saqué al aire todo el material masculino. Olía a meados y sus huevos eran un hormiguero de ladillas.

-Chúpasela -ordené a Dácil.

Obediente, se agachó y metió el cabezón en su boca. Descubrí mi vocación de animadora cultural. Le enseñé pacientemente a comer la pinga de un hombre dormido y con resaca. La misteriosa relación que existe entre el movimiento de las nalgas y el movimiento de los labios. Las nalgas de Dácil eran redondas y rollizas y carnosas. Cuando la pobre imbécil se instruyó con mi lección y dio al mamoneo el ritmo apropiado, me complació meterle el gollete de la botella por el culo, y gimoteó y se quejó, pero aceptó el dolor y siguió chupando. Oh dios mío, cómo se empalmó el hijo de puta. Lo vi abrir los ojos y abrir la boca y preguntar si le había llevado el dinero.

-Hoy no hay dinero sino mierda de gallina.

-No te entiendo, y ¿quién es ésta?

-Esta es tu conejillo de indias. Te la he traído para ver en vivo tu arte de asesino.

-Vale, chavala. Se ve que estás creciendo. No tengo ningún arte fijo -y cogió la botella, la rompió contra una piedra y enseguida la usó para matar a Dácil. La dejó seca sin darle tiempo a despedirse del sol, que ya se iba.

-¿Quieres que te mate a ti también ahora?

-Vivir no es nada nuevo, ni morir tampoco -dije, recordando unos versos de un poeta ruso, y no pude evitar reírme-. Ya estoy harta de tu sadismo. Ahora voy a ser yo quien mande. O no vas a ver un puto euro más de mi bolso. Vírate de espalda.

-Ya sabía yo que eras especial. Lo que tú quieras, mi niña. Ya sabía yo que tú eras especial.

Con la misma botella rota grabé mi nombre en su espalda y sorbí su sabrosa sangre.

-Qué hacemos con esto, mi niña.

-Mollejas, mi amor. Quiero probar a que sabe el corazón de una mujer. Con lo demás puedes hacer lo que te dé la gana.

Nos lo comimos crudo, y puedo asegurar que no tiene ningún sabor especial el corazón de una mujer.

Agosta escribe (2009)

domingo, 16 de octubre de 2011

Pantalones rojos.



...El caso es que desde entonces, en determinados momentos, los objetos quieren hablarme de sus dueños. Me viene a la cabeza el tipo apoyado en su Pontiac amarillo, calzado con náuticos y sus vaqueros rojos.
-sus negocios y responsabilidades no impiden que sea un tipo afable, incluso con un mierdaseca como tú -Anunciaron los jeans.
-Eres hijo de...
-Sebastián, el...
-¡Sí, hombre, Sebastián!, ¿cómo está?
-Bien -Bien seco, pensé.
Podía seguir su palique baboso tan solo asintiendo con la cabeza, y metiendo algún "...en la situación actual...". Prestaba más atención a su camisa.
-Mañana con "el socio", la princesa búlgara-. Tendrá un anzuelo en la punta del glande, tal vez lo use...
-¿Me oyes?
-¿Decía...?
-Guarda la copia de industria. Por este papel solemos cobrar trescientos-. Me dirige una mirada (la primera a la cara) mezcla de complicidad y reproche, dura tan solo dos segundos en los que pierdo mi oportunidad de mostrarme conmovido. -Dame doscientos-. Ya me habían dicho lo buenagente que es.
Detrás de él su Pontiac habla de un miedo infantil, o algo así. -mata a este cabrón-. Le contesto sin abrir la boca.
De cualquier modo, su polo parlanchín le llevará volando a Bulberry`s heaven, yo al puto infierno, por las circunstancias desaprovechadas, por odiador de hombres, por gilipollas en definitiva. A pasar la eternidad acechado siempre por peligrosas personas sin vicios.

sábado, 15 de octubre de 2011

Kid Marlou


" La vida es encajar y golpear" parece que transmitían morse las estrellas con su tintineo. El cielo en la noche estaba rotundo, poderoso, sincero. Hay mucha gente que sueña con las estrellas. hay mucha gente que no sabe lo que dicen las estrellas. En cambio, los monstruos no sólo encajan sino que golpean igual que Kid Tongo. -Ahora tengo que llegar y preparar la cena, mi marido está esperando. Ay, qué agobio!- Que si el tiempo, que si los precios, que si la salud. Una tortilla a las finas hierbas. Que si había suscrito, con su marido, una póliza de seguro que les garantizaba un buen entierro a cada uno y el reposo de sus restos en el mismo nicho. Oh dios mío, dónde está el antioxidante para estos seres; están envejecidos, sin cuerda, casi muertos. como si no hubiera música, de ningún tipo, ni tan siquiera invisible, en sus vidas. Mudos, no dejan de hablar, pero están mudos. Están tan llenos de conformismos que son unos desgraciados. Han encajado todos los golpes habidos y por haber, están sangrando entre las cuerdas, a punto de caer a la lona en cualquier momento.
Pero no saben nada del morse de las estrellas: encajar y golpear.

Retrato de Marlou Diesel (2004)
Marcelino Marichal

jueves, 13 de octubre de 2011

Tenerife, una isla surrealista

"Vengo de una isla surrealista, que no es África ni Europa, en que vivir es una forma de estar muerto, y estar muerto es la única forma de ser importante".

miércoles, 12 de octubre de 2011

lunes, 10 de octubre de 2011

Ventana abierta


Mediodía. Después del almuerzo el cuerpo me pide el buen vicio de la siesta, y quizás, más tarde, una merienda con la poesía de L. M. Panero y su crónica negra de un eterno delirio. En la habitación hace calor. Abro la ventana y en el cuarto penetra el humo y ruido de los coches, nada de brisa. Me tiendo sobre la cama y todo se vuelve sencillo al instante, las pequeñas cosas. Pura ilusión.

En la calle se escucha el rumor de una carrera torpe, luego gritos.

-¡Fuera de aquí, maricones de mierda! ¡Fuera! ¡Sois basura, BASURA!

Es la voz ebria de Raúl, mi vecino. Luego portazos. Raúl es un borracho desde hace unos veinte años, borracheras dóciles, pero últimamente está descontrolado. Mezcla alcohol con antidepresivos, consumido por tanta verdad. La semana pasada arrojó a la calle todo tipo de cosas que tenía en su salón: portarretratos, libros, figuras de porcelana, papeles... Recogí todo lo que no estaba destrozado y se lo dejé en las escaleras de su casa. La puerta estaba abierta pero no me atreví a entrar. Quién si lo hizo fue Julián, otro vecino, que tenía la confianza de Raúl. Lo encontró en su dormitorio, delirando y envuelto en una sábana empapada en sus inmundicias. Julián llamó a un hermano de Raúl para ponerlo al corriente. Llegó enseguida a la casa, compungido y avergonzado. Quizo desahogarse conmigo contándome cuál era la causa principal de su problema. Empezó diciéndome que todo era por la herencia. Lo interrumpí y no pudo finalizar la siguiente frase. No era asunto mío. Podía sentir propio todo aquello, las miserias de todas las familias. Y de repente, todo se transformó y el mundo se volvió otra vez tremendamente hostil.

El sueño desapareció, enterrado en un alma alterada. El libro de portada negra de Panero me asqueaba, me hacía sentir triste. Un rumor profundo con susurros enajenados penetrando en mis oídos. Cerré la ventana.

domingo, 9 de octubre de 2011

Frágil y blanca


Estaba casado con una mujer lo arbitrariamente hermosa para que, a pesar de su juventud insultante, fuera superior a su juventud su hermosura.
Ella se masturbaba cotidianamente sobre él, mientras besaba el retrato de un muchacho de suave bigote oscuro.
Se orinaba y se descomía sobre él. Y escupía -y hasta se vomitaba- sobre aquel débil hombre enamorado, satisfaciendo así una necesidad inencauzable y conquistando, de paso, la disciplina de una sexualidad de la que era sola dueña y oficiante.
Ese hombre no era otro que yo mismo.
Los que no habéis tenido nunca una mujer de la belleza y juventud de la mía, estáis desautorizados para ningún juicio feliz sobre un caso, ni tan insólito ni tan extraordinario como a primera vista parece.
Ella creía que toda su vida iba a ser ya un ininterrumpido gargajo, un termitente vómito, un cotidiano masturbarse, orinarse y descomerse sobre mí, inacabables.
Pero una noche la arrojé por el balcón de nuestra alcoba al paso de un tren, y me pasé hasta el alba llorando, entre el cortejo elemental de los vecinos, aquel suicidio inexplicable e inexplicado.
No fue posible que la autopsia dijera nada útil ante el informe montón de carne roja. El suicidio pareció lo más cómodo a todo el mundo. Yo, que era el único que hubiera podido denunciar al asesino, no lo hice. Tuve miedo al proceso, largo, impresionante. Pesadillas de varias noches con togas, rejas y cadalsos me atemorizaron más de lo que yo pensara.
Hoy me parece todo como un cuento escuchado en la niñez, y, a veces, hasta dudo de que fuese yo mismo quien arrojó una noche por el balcón de su alcoba, bajo las ruedas de un expreso, a una muchacha de dieciséis años, frágil y blanca como una fina hoja de azucena.

Crimen (1934)
(fragmento aparecido en la revista Lunula 1995)
Agustín Espinosa (1897-1939)


martes, 4 de octubre de 2011

Pantano


En horizontal,
techo fragmentado
y aspas de ventilador.
En la oscuridad de la noche
recobran nitidez
los pensamientos.
Insomnio,
luz ausente,
sudor rancio en la frente
con olor fiel
a todas las miserias
que desprenden
los desastres.
Boligrafo y libreta
cerrados
sobre la mesa;
ninguna idea.
No se moverán,
¿talento devaluado?
Apatía por acabar el día
y comezar uno nuevo
inmovilidad,
se ordena la escasez
y el estreñimiento mental.

lunes, 3 de octubre de 2011

Alí, bomayé

Puedes hacer lo que quieras cerca de un elefante dormido, lo que quieras...
pero cuando se despierta... lo aplasta todo.