...El caso es que desde entonces, en determinados momentos, los objetos quieren hablarme de sus dueños. Me viene a la cabeza el tipo apoyado en su Pontiac amarillo, calzado con náuticos y sus vaqueros rojos.
-sus negocios y responsabilidades no impiden que sea un tipo afable, incluso con un mierdaseca como tú -Anunciaron los jeans.
-Eres hijo de...
-Sebastián, el...
-¡Sí, hombre, Sebastián!, ¿cómo está?
-Bien -Bien seco, pensé.
Podía seguir su palique baboso tan solo asintiendo con la cabeza, y metiendo algún "...en la situación actual...". Prestaba más atención a su camisa.
-Mañana con "el socio", la princesa búlgara-. Tendrá un anzuelo en la punta del glande, tal vez lo use...
-¿Me oyes?
-¿Decía...?
-Guarda la copia de industria. Por este papel solemos cobrar trescientos-. Me dirige una mirada (la primera a la cara) mezcla de complicidad y reproche, dura tan solo dos segundos en los que pierdo mi oportunidad de mostrarme conmovido. -Dame doscientos-. Ya me habían dicho lo buenagente que es.
Detrás de él su Pontiac habla de un miedo infantil, o algo así. -mata a este cabrón-. Le contesto sin abrir la boca.
De cualquier modo, su polo parlanchín le llevará volando a Bulberry`s heaven, yo al puto infierno, por las circunstancias desaprovechadas, por odiador de hombres, por gilipollas en definitiva. A pasar la eternidad acechado siempre por peligrosas personas sin vicios.
-sus negocios y responsabilidades no impiden que sea un tipo afable, incluso con un mierdaseca como tú -Anunciaron los jeans.
-Eres hijo de...
-Sebastián, el...
-¡Sí, hombre, Sebastián!, ¿cómo está?
-Bien -Bien seco, pensé.
Podía seguir su palique baboso tan solo asintiendo con la cabeza, y metiendo algún "...en la situación actual...". Prestaba más atención a su camisa.
-Mañana con "el socio", la princesa búlgara-. Tendrá un anzuelo en la punta del glande, tal vez lo use...
-¿Me oyes?
-¿Decía...?
-Guarda la copia de industria. Por este papel solemos cobrar trescientos-. Me dirige una mirada (la primera a la cara) mezcla de complicidad y reproche, dura tan solo dos segundos en los que pierdo mi oportunidad de mostrarme conmovido. -Dame doscientos-. Ya me habían dicho lo buenagente que es.
Detrás de él su Pontiac habla de un miedo infantil, o algo así. -mata a este cabrón-. Le contesto sin abrir la boca.
De cualquier modo, su polo parlanchín le llevará volando a Bulberry`s heaven, yo al puto infierno, por las circunstancias desaprovechadas, por odiador de hombres, por gilipollas en definitiva. A pasar la eternidad acechado siempre por peligrosas personas sin vicios.
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