Puto bar. Cutre modernidad santa crucera. Dos putitas en el centro de la pista. Jóvenes rubia y castaña enfrentadas. Se miran los zapatos, los tacones, se detestan pero se soportan; juegan a lo mismo en diferentes equipos. Guapas y niñas. Guapos y estúpidos. El maricón de camisa blanca corre tras el negro portero de pinganillo en el oído y pollón entre las piernas. Son amigos.
Me siento bien porque en el retrete un hilo rojo no se resiste a mi chorro. Se desliza hasta el fondo, se hunde y gano yo pero ¿y fuera?… todos siguen jugando y perdiendo. Sólo necesito otro par de cervezas y otro par de meadas.
3 comentarios:
Te he leído también en La Esfera Cultural. Jodidamente fuerte.
muy bueno Ramallo, la resaca me aturde, me gusta .
los baños públicos siempre sostienen esa frágil intimidad tan productiva...
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