Ellos



¿Qué es la felicidad?

La ausencia de miedo

















miércoles, 30 de marzo de 2011

¿Sabes qué dice Jim?

Tío John me observaba; en sus ojos se reflejaban todas las súplicas y plegarias del mundo. Cerré la recámara, apunté y é se echó a llorar otra vez. Fruncí el ceño un tanto irritado.
-Bueno, ¿por qué te pones así ahora? -dije-. Sabes que no tengo más remedio que hacerlo.

-No, señó, yo le creí a usté, señó Nick. Usté es distinto de los demás blancos. Yo creí todo lo que usté me dijo.

-Bueno, me parece que mientes, tío John -dije-, y me duele oírte. En la biblia pone que mentir es pecado.

-También es pecao matar a la gente, señó Nick. Un pecao peor que mentir. Y usté... usté...

-Te voy a decir una cosa, tío John. Te voy a decir una cosa y espero que te tranquilice: todos los hombres matan lo qu aman.

-Usté... usté no ama, señó Nick...


Le contesté que decía la puta verdad, la jodida verdad. Yo sólo me amaba a mí mismo y estaba dispuesto a hacer lo que fuera. Tenía que seguir mintiendo, valiéndome de chanchullos, bebiendo whisky, jodiendo con tías y yendo a la iglesia los domingos con las demás personas respetables.

-Y aún te diré algo más -añadí-. Algo más sensato que todas las tonterías que he leído. Es mejor el ciego, tío John, es mejor el ciego que se mea por la ventana que el listillo que lo engaña para que lo haga. ¿Sabes quién es el listillo, tío John? Bueno, hay muchos: todos los hijos de puta que se vuelven cuando cae una moneda al suelo; todos los cabrones que van con los huevos por delante, con un dedo en el culo y otro en la boca, creyendo que no les pasará nada; todos los chulo putas que piensan que la orina se les volverá limonada; todas las almas cándidas hechas, al parecer, a imagen y semejanza de Dios y a quienes lamentaría profundamente encontrarme en una noche oscura, incluido tú, particularmente tú, tío John; la gente que se queda oliendo la mierda c on la boca abierta y finge que se sorprende cuando le meten la boñiga. Sí, tú sabes lo que eres: apenas un pobre y viejo negro, porque eso es lo que dices tú, tío John. Pero ¿sabes qué digo yo? Yo digo que te den por el culo, que no tienes más remedio que ser lo que eres y que yo no puedo evitar ser lo que soy; y sabes jodidamente bien lo que soy y lo que va a ocurrir. Sabes rematadamente bien que no tienes amigos blancos. Debes saber condenadamente bien que no vas a tener ninguno porque apestas, tío John, y porque vas por el mundo pidiendo que te jodan bien jodido. ¿Cómo se puede tener un amigo así?

Le vacié los dos cañones de la escopeta.

Casi lo parto en dos

1280 almas (Pop. 1280, 1964)

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