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sábado, 10 de marzo de 2012

Perdono á tutti

No se renuncia a la gloria por aquello del genio no comprendido, ni se insiste, como en los tiempos de los Heine y los Flaubert, en señalar con sarcasmos el abismo que separa al artista del philistin o del burgués, sino que, como Carlos V junto a la tumba de Carlomagno, se grita: Perdono á tutti; y se declara a todos hermanos en la ceniza, en el polvo, en el viento, y se mata en el alma la ilusión literaria, la contumacia artística, y se renuncia a ser genio porque ser genio cuesta mucho trabajo, y no es lo mismo ser genio que ser bueno, que ser humilde, que es lo que hay que ser; porque hay dos clases de humildes: los que hace Dios, que son los primeros, mejores y más seguros, y los que se hacen a sí mismos, a fuerza de pensar, de sentir, de observar, de amar y renunciar y prescindir.

1 comentario:

Un lector dijo...

Sí, está bien perdonar. ¿Pero si nandien te perdona a tí?