Ellos



¿Qué es la felicidad?

La ausencia de miedo

















viernes, 26 de junio de 2009

para ser blanco, quiero decir...

-Papá
-Dime cariño
-Se acaba de morir Michael Jackson
-¡¿Qué?!
-Que se acaba de morir Michael…
-Y de qué… ¿cómo?
-De una parada cardiaca
-¿Qué edad tenía?
-La de mamá
-Vaya, me parece muy raro siendo joven y flaco…
-Sí, es muy fuerte papá, muy fuerte
-No sé, cariño, a esa edad la gente no se muere así como así porque se le pare el corazón… habrá sido un pasote de algo, de drogas o de vete a saber qué…
-Ya, sí, yo también lo pensé, seguro que con todo lo que se metió en su vida para estar bien… para ser blanco, quiero decir...
-Bueno, que dios lo tenga en su gloria
-Sí, qué fuerte, qué fuerte... que descanses papá
-Tú también, cariño

miércoles, 24 de junio de 2009

¿Para qué vivir?



(...) También en Marte el hombre había llegado a ser demasiado humano, y no bastante animal. Los hombres de Marte comprendieron que si querían sobrevivir tenían que dejar de preguntarse de una vez por todas: ¿para qué vivir? La respuesta era la vida misma. La vida era la propagación de más vida, y vivir la mejor vida posible. Los marcianos comprendieron que se preguntaban ¿para qué vivir? en la culminación de algún período de guerra y desesperanza, cuando no había respuestas. Pero cuando la civilización se tranquiliza y se calla, y la guerra termina, la pregunta se convierte en insensata de un modo nuevo. La vida es buena entonces, y las discusiones son inútiles.

Crónicas Marcianas; 1946. Ray Bradbury

sábado, 20 de junio de 2009

miércoles, 17 de junio de 2009

domingo, 14 de junio de 2009

Críticos literarios

Cualquiera hoy en día se convierte en crítico literario. Dejan de ser lo que eran: funcionarios, médicos, periodistas, sopladores de vidrio, sopladores de pollas, imbéciles varios… y se hacen Críticos Literarios, que por supuesto suena mucho mejor que todo lo anterior.

Estos humanos necesitan entender lo que leen, dar rápida respuesta a las muchas o pocas dudas que aparecen en sus limitados cerebros cuando se enfrentan (porque ellos siempre se enfrentan) a un texto. Por eso son críticos y no escritores, porque no saben crear, sólo recrear.

viernes, 5 de junio de 2009

El poeta y los lunáticos

[...]
No es que Gale fuese un tipo poco sociable, nada de eso; quería mucho a sus amigos, incluso prestaba atención a sus opiniones y se desvivía por hacerles el favor que fuese, si se lo pedían. Cualquiera que no le conociese bien hubiera supuesto que Gale decía aquellas cosas que decía sólo por oírse, sólo porque estaba encantado con el timbre de su voz. Sus amigos, que en el fondo estaban encantados con él, sabían que no, que había algo más que un encantamiento de Gale con su propia voz; es más, estaban seguros de que ni siquiera prestaba atención a su timbre de voz cuando hablaba.
Lo que hacía imprevisibles las reacciones de Gale era que su voz y su gesticulación se preoducían en muchas ocasiones por nada, por una insignificancia que a él, no obstante, le parecía algo no ya signo merecedor de atención, sino transcendental. Cualquier tontería que a un hombre normal no le causa más que una leve impresión, y hasta una levísima impresión, a Gale le causaba un gran impacto, digno de análisis profundo; el incidente del día; algo que dejaba en un segundo plano todo lo anterior, incluso alguna obligación que hubiese conraído, cualquier compromiso.
Gale se conducía siempre bajo el influjo de la sugestión. Cualquier persona medianamente lógica, por ejemplo, sabe, porque lo percibe, que en un simple seto de un jardín o en una revuelta de un camino hay algo incluso tentador, de una belleza digna de admiración. Pero sigue adelante, tras admitir vagamente aquello. Gale, empero, se detenía ahí; aceptaba la invitación, la sugerencia, no se daba a las vagas admiraciones. La forma de una colina, loa ángulos de una casa, suponían un gran reto para Gale, algo a descubrir. Y a descubrirlo se entregaba intensamente, hasta creer que había descubierto al menos parte del secreto que allí se escondía; feliz, entonces, porque ya podía dar algún nombre a su fantasía. Ésas eran las aventuras de su vida. Y tales eran las razones por las que a veces se sumía en sus ideas con una obstinación propia de la paloma que se dirige a su palomar pase lo que pase. Claro está, necesitaba siempre un punto de partida, una sugerencia propia, una sugestión (...)
El pájaro amarillo (El poeta y los lunáticos)

miércoles, 3 de junio de 2009

Amigos

-Oye Jota
-Qué
-Recomiéndame un libro
-Por qué
-Bueno, quiero leer algo y tú eres mi amigo, los amigos hacen esas cosas.
-Qué cosas
-Pues… aconsejarse
-Vale
(Silencio)
-¿Y?
-Nada
-¿No me vas a decir qué puedo leer?
-No
-Pero por qué
-Porque los amigos también hacen esas cosas
-¿Qué cosas?
-No aconsejar.