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miércoles, 18 de marzo de 2009

La última generación


era mucho más fácil ser un genio en los años veinte, sólo
había 3 o 4 revistas literarias y si salías en ésas
4 0 5 veces podías acabar en el salón de Gertie,
cabía la posibilidad de que te fueras a tomar un vino con
Picasso, o
quizá sólo Miró.
y sí, si enviabas lo tuyo con matasellos de París
las probabilidades de publicar eran mucho mayores.
la mayoría de los autores ponían al final del manuscrito la
palabra
"París" y la fecha.
y con un mecenas había tiempo para
escribir, comer, beber, y hacer escapadas a Italia y a veces
a Grecia.
era agradable ser fotografiado con los tuyos
era agradable tener aspecto pulcro, enigmático y esbelto.
las fotos tomadas en la playa eran estupendas.
y sí, podías escribir cartas a los otros
15 ó 20
despotricando contra tal y cual.
podías recibir una carta de Ezra o Hem; a Ezra le gustaba
dar instrucciones y a Hem le gustaba ensayar sus escritos
en las cartas cuando no podía con ellos.
era un grandioso juego romántico en aquel entonces, rebosante
de la furia del
descubrimiento.
ahora
ahora somos muchísimos, cientos de revistas literarias,
cientos de editoriales, miles de títulos.
¿quién sobrevivirá entre semejante mantillo?
casi resulta impropio preguntarlo.
me remonto, leo los libros sobre las vidas de los chicos
y las chicas de los años veinte.
si ellos fueron la Generación Perdida, ¿qué seríamos nosotros,
aquí sentados entre las cabezas nucleares con nuestras
máquinas de escribir
eléctricas?
¿la Última Generación?
preferiría estar entre los Perdidos que entre los Últimos
pero mientras leo estos libros sobre
ellos
siento ternura y generosidad
mientras leo acerca del suicidio de Harry Crosby en su
habitación de hotel
con su puta
me resulta tan real como el grifo que ahora gotea
en el lavabo del cuarto de baño.
me gusta leer sobre ellos; Joyce ciego y merodeando por
las librerías como una tarántula, según decían.
Dos Passos con sus recortes de periódico, utilizando una
cinta
rosa para la máquina de escribir.
D. H. salido y cabreado, H. D. siendo lo bastante lista para
utilizar
sus iniciales, que parecían mucho más literarias que Hilda Doolittle.
G. B. Shaw, consolidado tiempo atrás, noble y
necio como la realeza, carne y cerebro a punto de tornarse
mármol. un
coñazo.
Huxley paseando su cerebro con enorme júbilo, arguyendo
con Lawrence que no estaba en las entrañas ni en las pelotas,
que la gloria estaba en el cráneo.
y ese paleto de Sinclair Lewis a punto de salir a la luz.
mientras tanto,
concluida la revolución, los rusos eran liberados y
agonizaban.
Gorki sin nada por lo que luchar, sentado en una habitación
intentando
dar con frases de alabanza al gobierno.
otros muchos quebrados en la victoria.
ahora
ahora somos muchísimos
pero deberíamos estar agradecidos, porque dentro de cien
años
si el mundo no es destruido, piensa, cuánto
quedará de todo esto:4nadie capaz de fracasar o triunfar de veras; sólo4un mérito relativo, más menguado si cabe pr
nuestra superioridad numérica.
todos seremos catalogados y archivados.
muy bien...
si aún tienes dudas sobre esa otra época
dorada
hubo otras criaturas curiosas: Richard
Aldington, Teddy Dreiser, F. Scott, Hart Crane, Wyndham
Lewis, la
Black Sun Press.
pero a mi modo de ver, los años veinte estuvieron centrados
sobre todo en Hemingway
saliendo de la guerra y empezando a escribir.
era todo tan sencillo, y tan deliciosamente claro
ahora
somos muchísimos.
Ernie, no tenías ni idea de lo bueno que fue aquello,
cuatro décadas después cuando te volaste los sesos en
el zumo de naranja.
aunque,
lo reconozco, no fue ésa tu mejor obra.
Charles Bukowski
Del libro: Guerra sin cesar (Poemas 1981-1984)
traducción de Eduardo Iriarte (Visor de poesía)

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