(...) Si no tuviera memoria, si no tuviera conciencia... ¿Qué sería de todo esto que siento?Aman Cala
¿Qué es la felicidad?
La ausencia de miedo
(...) Si no tuviera memoria, si no tuviera conciencia... ¿Qué sería de todo esto que siento?
República Dominicana ha confirmado hoy que un obrero haitiano es el primer infectado de cólera en el país, después de la aparición de la epidemia que ya ha causado más de mil muertos en el vecino Haití y que ha desembocado en disturbios contra los soldados de la ONU...
La democracia es una estafa, es la dictadura perfecta. Se elige entre dos dictadores: uno que sonríe y otro que gruñe. Ambos tienen los mismos jefes. Han convertido las elecciones en un acto de adhesión al régimen. Y si tras sus campañas propagandísticas multimediáticas no tragas, te mandan a los antidisturbios y listo. No sé hasta cuándo vamos a soportar esto, realmente no lo sé (...).
(...) "¿Estás contento?", preguntó repentinamente Rateau. Jonas sonrió, tenía un aspecto agotado. "Sí. Todo el mundo es amable conmigo". "No -dijo Rateau-. No te fíes. No todos son buenos". "¿Quién?" "Por ejemplo tus amigos pintores". "Ya lo sé -dijo Jonas-. Pero muchos artistas son así. No están seguros de existir de verdad, incluso los más grandes. Entonces buscan pruebas, juzgan, condenan. Eso les fortalece, es un atisbo de existencia. ¡Están solos!" Rateau movía la cabeza. "Créeme -dijo Jonas-. Les conozco. Hay que quererlos". "¿Y tú? -dijo Rateau-. ¿Tú existes? Tú nunca hablas mal de nadie." Jonas se echó a reír: "¡Oh! A menudo pienso mal de ellos. Lo que pasa es que me olvido". Adoptó una actitud grave: "No, no estoy seguro de existir. Pero existiré, de eso estoy seguro".
12/09/91 23.19 h.No ha habido caballos hoy. Me siento extrañamente normal. Sé por qué Hemingway necesitaba las corridas de toros, le servían para enmarcar el cuadro, le recordaban dónde estaba y lo que era. A veces nos olvidamos, mientras pagamos los recibos del gas, cambiamos el aceite, etc. La mayoría de la gente no está preparada para la muerte, ni la suya ni la de nadie. Les sobresalta, les aterra. Es como una gran sorpresa. Demonios, no debería serlo. Yo llevo a la muerte en el bolsillo izquierdo. A veces la saco y hablo con ella: Hola, nena, ¿qué tal? ¿Cuándo vienes por mí? Estaré preparado.
No hay que lamentarse por la muerte, como no hay que lamentarse por una flor que crece. Lo terrible no es la muerte, sino las vidas que la gente vive o no vive hasta su muerte. No hacen honor a sus vidas, les mean encima. Las cagan. Estúpidos gilipollas. Se concentran demasiado en follar, ir al cine, el dinero, la familia, follar. Sus mentes están llenas de algodón. Se tragan a Dios sin pensar, se tragan la patria sin pensar. Muy pronto se olvidan de cómo pensar, dejan que otros piensen por ellos. Sus cerebros están rellenos de algodón. Son feos, hablan feo, caminan feo. Ponles la música de los siglos y no la oyen. La muerte de la mayoría de la gente es una farsa. No queda nada que pueda morir.
Veréis: necesito los caballos. O pierdo mi sentido del humor. Una cosa que la muerte no soporta es que te rías de ella. La risa verdadera deja fuera de combate las peores expectativas. No me río desde hace 3 o 4 semanas. Algo me está comiendo vivo. Me rasco, me retuerzo, miro a mi alrededor, intentando encontrarlo. El cazador es listo. No lo ves. O no la ves.
(...) Me atormentaba tratando de entender si era posible intentar comprender, descubrir, saber, sin ser devorado, triturado. O si la elección era entre conocer y comprometerse, o ignorar, y, de ese modo, poder vivir tranquilamente. Acaso solo quedaba olvidar, no ver. Escuchar la versión oficial de las cosas, intuir solo de manera distraída y reaccionar con un lamento. Me preguntaba si podía existir algo que fuese capaz de posibilitar una vida feliz, o acaso habría de limitarme a renunciar a los sueños de emancipación y de libertades anárquicas, y lanzarme a la arena, meterme una semiautomática en los calzoncillos y empezar a hacer negocios, negocios de verdad. (...)