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¿Qué es la felicidad?

La ausencia de miedo

















miércoles, 7 de septiembre de 2011

A sangre fría


(...)
-Siempre pensaba en papá, deseando que se me llevara y me acuerdo como si fuera ahora del día en que le volví a ver. En el patio del colegio. Fue como cuando la maza de béisbol pega de lleno en la pelota. Como Di Maggio. Sólo que papá no quiso ayudarme. Me dijo que me portara bien, me abrazó y se fue. No mucho después mi madre me puso en un orfelinato católico. Aquel en que las Negras Viudas me estaban siempre encima. Me pegaban. Porque mojaba la cama. Esta es una de las razones de que no pueda ver a las monjas. Ni a Dios. Ni a la religión. Pero luego descubrí que había aún gente más perversa. porque un par de meses después, me echaron del orfelinato y ella (su madre) me puso en un sitio peor: un asilo de niños de la Salvation Army. Me odiaban también. Por mojar la cama. y por ser medio indio. Había una asistente que me llamaba negro y decía que no había ninguna diferencia entre negros e indios. ¡Oh, Cristo! ¡Qué infame sinvergüenza era! El mismo diablo en carne y hueso. Lo que hacía era meterme en una bañera llena de agua helada, me metía dentro y me tenía agarrado hasta que me ponía azul de ahogado. Pero la descubrieron, a la sinvergüenza, porque cogí una pulmonía. Por poco la diño. estuve en el hospital dos meses. Fue cuando estaba tan enfermo que papá volvió. Cuando me puse bien, se me llevó con él.
A sangre fría (1966)
Truman capote


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ja, la virgen. Ja, el barrio... y tal. Ja, ja y ja... tronchante todo, sí. Mascaritas valientes bajo el anonimato.

Iván dijo...

La mejor obra de Capote, aunque siempre recuerdo con gran estima y admiración su "Música para camaleones". Un saludo.