Los sublevamientos, los motines, las revoluciones son siempre en sí irrazonables, porque vienen a turbar la agradable somnolencia que se conoce con los nombres de paz y de orden. (...) El rebelde auténtico, aquel que siente la rebeldía hasta la última fibra de su ser, el que salta todo obstáculo hasta su último aliento, marcha siempre hacia aelante, y el que no detiene su marcha lleva ganadas las tres cuartas partes de la partida. (...) -Nosotros no necesitamos de banderas ni de estandartes. Todo lo que nos hace falta es sangre en las venas: ¡Tierra y libertad!La Rebelión de los Colgados (1950. Ed Selector, México)
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