Ellos



¿Qué es la felicidad?

La ausencia de miedo

















domingo, 13 de enero de 2008

Rosalba


En la habitación de Rosalba las paredes son color salmón, hay dos camas individuales y todo está recogido; en su mesilla de noche sólo una foto de sus dos bisnietos: Edú y Pepito, un blanquito y un morenito, el mestizaje es maravilloso. El baño está acondicionado a sus limitaciones físicas, pero ella dice que no le gusta, que le gustaba más el de su casa, con sus cosas a mano. Ahora pocas cosas suyas tiene a mano, todas dentro de un pequeño bolso negro del que no se separa ni un instante. En la puerta de la habitación hay dos fotos pegadas, una es de ella, la otra de su compañera de habitación, el número es 208 pero se olvidan continuamente de el, por eso las fotos:" Esta soy yo, mira que guapa estoy", dice al entrar.


Rosalba se encuentra atrapada entre dos límites: Uno arquitectónico, las paredes del centro geriátrico donde está alojada. Otro cerebral, su memoria juega con ella al escondite, tan pronto le borra el pasado inmediato como le pinta el más lejano. Todo esto forma un coctel alucinógeno de difícil escapatoria, así Rosalba vive (mal vive) entre la tristeza y el aburrimiento, entre las lágrimas propias y las de sus compañeros de descanso.


Rosalba pregunta hasta ocho veces: "¿Qué día es hoy?", "Sábado abuela, hoy es sábado..." no sabe muy bien en qué día vive, pero sí sabe dónde y por qué está en ese lugar, la razón la tiene grabada en su delicada memoria a fuego, imposible de ser borrada por ninguna demencia que se precie:"Ya no les sirvo,¿Qué hacemos con ella? les oí decir... por eso estoy aquí, me dejaron como a un animal...". Va repitiendo esta cancionela sin parar, a bajado cinco kilos, y la ansiedad hace que se rasque los antebrazos si cesar, se hace heridas, pero no le duelen, sólo le duele la canción:"¿Por qué tengo que estar aquí?, un día me hecho a correr y que me encuentren..."

Por los pasillos largos y solitarios Rosalba suspira:"Esto no es para mí, esto no..." Los ancianos la saludan y para todos tiene una broma que a alguno le saca los colores. La edad y su agujereada memoria, le han dado un humor fino, agudo, una ironía imposible de soportar para algunos familiares. Esta gran señora de setenta y largos se ha vuelto una maravillosa deslenguada, una niña estupenda entre pieles arrugadas.
Son las siete y se acerca la hora de la cena, el fin de la visita."Vengan más a menudo", dice con los ojos rallados... La abrazo fuerte y le doy besos, está caliente y sus ojos mezcla de colores amarillo y verde se hacen muy grandes...
Rosalba, mi abuela, está atrapada en un mundo no elegido por ella, un mundo cruel, un mundo que juzga por adelantado y condena a perpetuidad...
... Un mundo que nos señalará el día menos pensado, y nos encerrará entre unas paredes muy feas, y un cerebro mal educado que ya no nos hará caso...
...Un mundo que mirará para otro lado, cuando pidamos ayuda.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que ese mundo en el que esta atrapada tu abuela es para otros un mundo mejor .

Ana J. dijo...

...un cerebro mal educado que ya no nos hará caso...

las peores pesadillas hechas realidad