(...) seguir libremente los impulsos del corazón no siempre procura felicidad a los hombres decentes. En mi opinión, para sentirse libre y al mismo tiempo feliz, debe uno aceptar que la vida es cruel, ruda y despiadada en sus pautas y que hay que pagarle con la misma moneda, es decir, tenemos que ser no menos rudos y despiadados en nuestras ansias de libertad. Eso es lo que pienso.
Relato de un desconocido
Antón P. Chéjov
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